¿Cuándo Buscar Ayuda en Salud Mental? Señales a Tener en Cuenta

Publicado por INSPIRA, 27 de febrero de 2024

La Ayuda en Salud Mental es Necesaria

Parte de nuestro proceso de salud mental y mejora del bienestar es reconocer cuándo necesitamos apoyo o ayuda. Debemos admitir que este proceso no es fácil y que cada uno de nosotros tiene un camino distinto. Sin embargo, existen aspectos comunes que nos ayudan a identificar cuándo es necesario buscar ayuda para nuestro bienestar mental. Todas las áreas de nuestra vida se ven afectadas cuando no cuidamos nuestra salud mental a tiempo.

Esta guía puede ayudarte a reconocer las señales de advertencia y encontrar recursos para buscar apoyo.

ALGO MUY IMPORTANTE ANTES DE COMENZAR:

Es crucial entender que la salud mental y la enfermedad o trastorno mental no son lo mismo.

Es común escuchar a las personas utilizar estos términos como si fueran sinónimos, pero la salud mental y la enfermedad mental son dos conceptos muy diferentes. La salud mental incluye el bienestar emocional, psicológico y social de una persona, así como su capacidad para manejar el estrés, relacionarse con otros y tomar decisiones. Por otro lado, las enfermedades o trastornos mentales, como la depresión, la esquizofrenia y el trastorno bipolar, representan una parte significativa de los problemas de salud en la sociedad. Estas alteran la forma de pensar, el comportamiento y el estado de ánimo de una persona, y pueden afectar su capacidad para funcionar en la vida diaria.

Es importante destacar que la salud mental puede estar severamente afectada sin que ello implique necesariamente la presencia de una enfermedad mental.

¡Ahora sí, comencemos!

Algunos signos comunes de que podrías necesitar ayuda incluyen:

• Dejar de disfrutar de actividades o situaciones que antes te gustaban.

• Experimentar trastornos del sueño, como el insomnio.

• Sentir niveles de energía muy bajos.

• Recurrir al consumo excesivo de drogas o alcohol.

• Experimentar cambios de humor repentinos que afectan tus relaciones.

• Aislarte de los demás.

• Perder el interés en actividades que antes te gustaban.

• Tener dificultades para concentrarte.

• Experimentar poca paciencia y una tendencia a irritarse con facilidad.